Roig, Joseph

Comandante del Ejército Francés destinado en Marruecos, entabló relaciones con Latécoère y Beppo de Massimi por iniciativa del Mariscal Lyautey, Residente General de Francia en Marruecos, llegando a ser Representante General en Marruecos de las Lignes Aériennes Latécoère. En otoño de 1922 solicitó un permiso extraordinario en el Ejército y, por cuenta de la Latécoère, viajó a Canarias para obtener del Capitán General de Canarias (máxima autoridad militar del Archipiélado, de quien dependían las posesiones españolas en el África Occidental) el necesario permiso para poder operar en las posesiones españolas de la costa sahariana. Roig viajó a ellas (Cabo Juby y Villa Cisneros) y a las posiciones francesas en Mauritania que podían asimismo cumplir la función de aeroescalas (Port Etienne, M'Terert). Tras fletar una goleta en Canarias, estableció en los lugares citados depósitos de bidones de agua, de gasolina, de aceite...y reclutó gente en la que se pudiera confiar. Las autoridades militares españolas le dejaban hacer, pensando que se enfrentaba a una empresa imposible, pero, a las 04:15 horas del miercoes 3 de mayo de 1923, tres Breguet 14T pilotados por Louis Delrieu, Cuèille y Victor Hamm, transportando al propio Roig, a los mecánicos Lefroit y Bonnord y a un periodista (G. Louis) de Casablanca, despegaron de esta cioudad y tomaron rumbo hacia el sur, siguiendo la costa. Era la "Misión Roig", que se haría famosa.

Poco menos de cinco horas después, a las 09:00, los tres aviones tomaban tierra en el aeródromo militar francés que había instalado en Agadir, a partir de allí comenzaba la aventura: territorio insumiso, no controlado por las potencias europeas que apenas salían de los límites de sus fuertes. En cualquier caso, la suerte estaba echada: a las 11:15 despegaban rumbo a Cabo Juby, donde llegaron, sin incidentes, cinco horas más tarde. Huespedes del Gobernador General del Africa Occidental Española, Coronel Francisco Bens, pernoctaron en Cabo Juby, donde los militares españoles aprovecharon la ocasión para exponerles sus temores respecto a la viabilidad del proyecto. No se desanimaron, a las primeras luces del alba, al día siguiente, tras dejar en Cabo Juby al mecánico Lefroit, que se había herido levemente con una hélice, los tres Breguet 14T despegaron y siguieron la costa hacia el sur, en busca de Villa Cisneros...y toparon con la que se haría -años después- compañera habitual de los pilotos que hacían la ruta Casablanca-Dakar, la niebla que reducía la visibilidad a cero en las áreas costeras y que, privando a los pilotos de referencias visuales, les planteaba verdaderas dificultades para conocer su posición. Delrieu y Cuèille alcanzaron Villa Cisneros, pero Hamm no encontró el aeródromo y se posó en una playa, falto de combustible. A las 15:40 Delrieu y Cuèille despegaron de Villa Cisneros y exploraron la zona. Poco después, a la altura de cabo Barbas, descubrieron el avión de Hamm. Cuèille continuó hasta Port Etienne mientras que Delrieu se posaba junto a Hamm para recogerle. Poco después tomaba tierra también en Port Etienne.

A la mañana siguiente Cuèille, con Roig, el periodista Louis y su cargamento postal, despegó para proseguir la ruta, mientras Delrieu, con Hamm y el mecánico Bonnord, regresaban junto al avión de Hamm, lo repostaban y revisaban y emprendían de nuevo el vuelo, los dos aviones, para reunirse con Cuèille que, mientras tanto, y tras una breve escala en M'Terert, había llegado -con dificultades por mal funcionamiento de su motor- a Saint Louis du Sénegal. A la mañana siguiente, Delrieu y Hamm se reunían con Cuèille en Saint Louis y, juntos, emprendían el vuelo final hasta Dakar, a donde llegaron, en medio del entusiasmo de la multitud, a primeras horas de la tarde.

El vuelo de regreso lo realizaron solamente los aviones de Delrieu y de Hamm, el motor del avión de Cuèille no fué capaz de ir más allá de M'Terert; pero, en cualquier caso, la "misión Roig" había demostrado la viabilidad de la línea Casablanca-Dakar.


Beppo de Massimi (sentado en el centro) se fotografia, en 1923, con todos los participantes en la Misión Roig. Joseph Roig aparece, sentado, a la izquierda de De Massimi.

Al año siguiente, Joseph Roig fue sacado de nuevo de su tranquilo puesto de representante general de la Latgécoère en Marruecos para ser enviado nuevamente en misión a América. En Buenos Aires, un antiguo compañero de armas, un argentino voluntario en el Ejército Francés durante la Primera Guerra Mundial le estaba esperando y le facilitó los contactos oportunos con el propio Presidente de la República Argentina, Alvear, para la obtención de la concesión del transporte del correo aéreo entre Argentina y Europa. Los contactos que Roig hizo, a continuación, en Brasil, también fueron extraordinarios, como lo fueron en Montevideo. Roig regresó a Francia, en diciembre de 1924, convencido de que la apertura de las líneas en América del Sur no iban a presentar ningún tipo de problemas, lo que motivó a Latécoère para enviar allí, en los primeros meses de 1925, la misión dirigida por el Príncipe Murat, con tres aviones, pilotos (Vachet y Hamm) y mecánicos, para ultimar los detalles con las respectivas Administraciones y explorar y abrir las rutas.

Roig se quedó en Casablanca, en su cómodo cargo de Representante General de la Compañía en Marruecos. Desde ese momento perdemos su pista.

Regresar a la página Los Hombres

Regresar a la página Indice